Cuando
alguien empieza en este apasionante mundo de los “peces”, nos
asaltan con multitud de conceptos que a la gran mayoría de los
mortales nos resultan por completo desconocidos. Nos hablan del ciclo
del nitrógeno, del PH, del Kh, de los nitritos (NO2), de N, P, K y
micronutrientes… y como es lógico nos perdemos. Unas semanas
atrás, ya tocamos a lo largo de tres artículos todo lo referente al
ciclo del nitrógeno, así que ahora nos toca otra parte de la
química de agua.
El PH es en la mayoría de comercios del ramo la primera cosa que nos nombran. por definición, es el valor que indica la concentración de iones de hidrógeno presentes en nuestra agua. Es un valor que oscila entre 0 y 14, siendo el cero el valor más ácido y el 14 el nivel más básico o alcalino. Para nosotros el valor a tener en cuenta es el 7, el neutro. Las aguas donde habitan nuestros peces, plantas e invertebrados de agua dulce oscilan entre los 5,5 de las aguas negras a los 8,5 de los lagos de la falla del Rift Valley, los valores por debajo de 4 o por encima 11 se consideran letales para la vida en general y el rango más productivo para los diferentes organismos está entre 6,5 y 9.0. Por debajo de 6,5, si bien es cierto que existen numerosas cuencas fluviales con ese tipo de agua, son aguas donde la reproducción celular es más costosa y por lo tanto más lenta para todos los organismos. Lo habitual es encontrarse entre 6,5 y 7,5, es decir, nuestro Ph será ligeramente ácido o ligeramente Alcalino. Este valor lo determinamos por medio de test o aparatos de medida.
Los
test son La manera más común de realizar la medición, son
comercializados por prácticamente todas las marcas y aunque la
precisión no es su fuerte, no suelen desviarse en exceso si usamos
marcas reconocidas (Sera, Tetra, JBL, Seachem… son las más
conocidas).
La
gran mayoría de las especies que vamos a mantener se van a
encontrar, como ya hemos comentado antes, en un rango de un punto, es
decir entre 6,5 y 7,5. Y aunque a priori nos puede parecer poco, las
diferencias son importantes a nivel celular. El pH ejerce una fuerte
influencia sobre la toxicidad de ciertos parámetros químicos como
el amoniaco (NH3), que se torna más abundante en pH alcalino (por
encima de 7) o el ácido sulfhídrico (H2S), que aumenta en pH ácido.
Otro
factor sobre el que afecta el pH es la solubilidad de muchos
nutrientes. El pH alto influye en la disponibilidad de fósforo (P),
pues en un medio básico, el P se asocia con el calcio (Ca) presente
en el agua, mientras que al bajar el pH (medio ácido), el fósforo
(P) se asocia con el Hierro (Fe) y el aluminio (Al), Además hemos de
tener en cuenta que a un pH de 6,5 el fósforo (P) se encuentra libre
y disponible para plantas y por supuesto algas. Esta “disponibilidad”
del Fe y del P en función del pH nos será de gran importancia para
entender los consumos de nutrientes de nuestro acuario especialmente
a la hora de abonar en acuarios muy plantados y con mucho consumo.
Además,
el Ph del medio afecta en un proceso celular muy importante en
organismos vivos que se denomina Homeostasis y que no es más que la
propiedad que tiene un organismo-célula de mantener un equilibrio
entre su organismo interno y el medio que le rodea, en este caso con
el medio ácido o alcalino. Cuando miramos un libro o una ficha de
alguna especie, en ella viene detallado el pH del medio en el que el
pez se desarrolla, y es importante conocer y valorar ese dato por lo
siguiente. En las especies de agua dura, con
valores de pH de 8 y más, la concentración de sales en la sangre de
los peces es inferior a la concentración de sales del agua. En esta
situación el pez pierde continuamente agua para igualar las
“presiones” externas e internas. Por este proceso el pez pierde
pequeñas cantidades de orina y de sales, y así mantiene una
concentración equilibrada entre sus líquidos corporales y el agua.
Esto es mucho más exagerado en los peces de arrecife, donde la
concentración de sales es evidentemente mucho mayor. En los peces de
aguas ácidas, ocurre al revés, la concentración de sales en sangre
es mayor que la del medio que le rodea. El pez absorbe agua
continuamente y para no reventar, debe de expulsar grandes cantidades
de agua a través de orina y branquias. ¿Qué ocurre cuando
mezclamos la situación?, Cuando ponemos un pez de aguas duras en
aguas blanda, el organismo se ve obligado a “beber” de manera
continua y para no explotar se ve en la obligación de expulsarla
también de manera continua, este es un proceso muy costoso
energéticamente que debilita a un pez cuyo organismo no está
acostumbrado. En el caso contrario, un pez de aguas ácidas pasarlo a
aguas alcalinas, tenemos un organismo acostumbrado a “beber”
continuamente en grandes cantidades, que de repente debe expulsar
agua, provocándole graves problemas renales y como consecuencia
debilitándolo. Ambos procesos son duros para los diferentes
metabolismos, sin embargo, se dice que es menos dañino, someter a un
pez de aguas blandas a una situación puntual de pH elevado, que a la
inversa. No obstante siempre hemos de tener en cuenta que hablamos de
un margen muy estrecho, de más o menos un punto. Se sabe que cambios
de pH diarios de más de 0.2-0.3 puntos provocan fuerte stress en los
animales. Particularmente siempre que he puesto animales de aguas
duras, como pueden ser los poecilia
shenops o los Maylandia,
en aguas blandas, he tenido más problemas que con paracheirodon
axelrodi a ph de 7,5-7,8.
El kH o dureza temporal es el segundo de los valores a tener en cuenta y además estrechamente relacionado con el pH. El kH no es más que la capacidad que tiene el agua para mantener estable su pH cuando le añadimos un ácido o una base. Este valor mide la cantidad de carbonatos de Calcio (Ca) total del agua y se cuantifica mediante test comerciales, igual que ocurre con el pH. Este test está basado en una relación de equivalencia ácido-base. El líquido que contiene el test es un ácido mezclado con un colorante, el cual cambiara de color en el momento que alcancen el punto de equivalencia (momento en el que hay la misma cantidad de ácido que de base). Cada gota que hayamos echado corresponderá a un grado, siete gotas equivale a siete de kH. Sin entrar en profundidad el kH del agua está en el equilibrio entre el ácido carbónico (H2CO3) y el ion bicarbonato (HCO3-). Cuando por medio de la adición de un ácido conseguimos “romper “ esta barrera y bajar el pH, se produce un aumento de iones de hidrógeno H+ dando como resultado la emisión de CO2. En el caso contrario, cuando añadimos una base se produce una disminución de iones de hidrógeno H+ dando lugar a la pérdida de CO2 del medio.
Para nuestra tranquilidad, un valor entre 5 y 7 mantendrá el medio estable y solo deberíamos de bajar de esos valores en el caso de animales muy adaptados a medios ácidos con casi total ausencia de calcio (Ca) siendo muy conscientes del riesgo que esto supone y que por tanto hemos de aumentar nuestro control.
El Gh, dureza total es la suma de todas las sales de calcio y magnesio del agua y el valor más común para medirlo son grados alemanes (DH) o las ppm de carbonato calcio (mg/l de CaCO3). Un grado equivale aproximadamente a 17,9 mg de carbonato de calcio CaCO3 y para la gran mayoría de los peces un Gh entre los 5 y los 20º DH no supone demasiado problema, aunque es cierto que la gran masa poblacional se encuentra en aguas blandas, con un Gh entre 5 y 10º. En mg/l consideramos un agua blanda por debajo de 150 mg/l y dura por encima de 500 mg/l. Como ya hemos dicho, esto afecta al equilibrio interno de los organismos, que deben de equilibrarse con el medio, por lo tanto, se debe de respetar los valores de referencia de cada especie para evitar problemas posteriores. Siempre, y como norma, hemos de recordar que aunque una especie puede habitar en un rango de valores muy amplio, toda especie tiene sus valores óptimos. Esto, en el funcionamiento normal de un acuario puede no dar síntoma alguno, pero sí que nos daremos cuenta el día que surja algún problema fruto de un patógeno, stress etc., donde los animales que no se encuentran cerca de sus valores óptimos, son más propensos a enfermar, empeorar con rapidez y a no responder de manera eficaz ante los tratamientos.
(Gurami chocolate y Aulonacara, dos ejemplos de habitantes de aguas muy blandas y muy duras)
Otro
valor a tener en cuenta, aunque no es necesario medirlo, pero si
conocer, es el oxígeno (O2).
En un acuario, a una temperatura de entre 24-26ºC el agua, bien
saturada de O2 contiene una cantidad superior a los 8mg/ l, si bien,
debido al consumo de peces y diversos organismos, la medición real
debería de estar en torno a los 5-6mg/ litro. El dato a recordar
aquí, es que hay dos factores que indicen en la capacidad de
saturación de O2 del agua, La temperatura y la presión atmosférica.
La presión atmosférica nos viene dada y contra ella nada podemos
hacer salvo conocer que a mayor presión, mayor capacidad de O2 en
saturación. Por el contrario, la temperatura si podemos controlarla,
y funciona de manera inversa, más temperatura, menos concentración
de O2 a saturación. De ambos valores, el que refleja una mayor
importancia es la temperatura, pues pequeños cambios en esta si
generan importantes cambios en la saturación del agua. Esto nos
muestra por ejemplo, que cuando estamos utilizando medicamentos en el
agua tenemos que airear al máximo la superficie del agua para
provocar el mayor intercambio gaseoso posible y así asegurarnos que
la cantidad de O2 disponible es suficiente. Se debe de saber, que
cuando aplicamos un tratamiento, una de las primeras cosas que se
hace es aumentar la temperatura, primero para activar el metabolismo
de los peces, segundo para dañar a los patógenos, que por regla
general no se encuentran a gusto en temperaturas de 30ºC o más y
tercero a que los algunos medicamentos, podemos decir que “consumen”
parte del O2 al hacer su trabajo. Como dato, decir que a lo largo de
cursos fluviales, la saturación de O2 varía de más a menos. En las
zonas de montaña, de aguas frías y rápidas una lectura de O2 nos
dará valores cercanos a los 10mg/ lo más. Cuando nos acercamos a
las zonas medias, de aguas de curso lento, esta lectura baja en torno
a los 5mg/l o algo menos. Pero si nos acercamos a las aguas
embalsadas, estas lecturas pueden bajar hasta los 2mg/l.
Curiosamente, debido a esta realidad natural, las diferentes especies
también está acostumbradas a determinadas tasas, así por ejemplo,
una trucha común europea (Salmo
Trutta), necesita al menos una
saturación de 6.5-7mg/l de O2 para poder vivir, mientras que un
siluro (Silurus glanis)
puede medrar en tan solo 2mg/l.
Como ya hemos dicho al principio, existen otros valores a tener en cuenta como son los fosfatos (PO4), la relación nitrógeno, fósforo, potasio (N, P, K), el Fe, los denominados micronutrientes , el azufre, cobre, manganeso, zinc, boro, molibdeno, vanadio, ….(S, Cu, Mn, Zn, B, Mo, V…) o conceptos como la conductividad del medio, pero todos estos los trataremos para hablar del abonado en acuarios plantados.
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